El concepto Metodología Divergente hace referencia a una serie de técnicas que permiten abordar los contenidos formativos de una manera indirecta y con un enfoque creativo. Tiene su origen en el término Pensamiento Lateral o Divergente acuñado por Edward de Bono en su libro "New Think: The Use of Lateral Thinking" (1967). En él propone organizar los procesos de pensamiento en la búsqueda de soluciones mediante estrategias o algoritmos no "ortodoxos", que normalmente serían rechazados por el pensamiento lógico.

La idea central es sencilla: al abordar una transformación o una transición la tendencia natural es seguir los patrones habituales conocidos que nos aportan seguridad. Empleamos ideas preconcebidas y supuestos restrictivos como "la formación es para que me den soluciones, no para que las aporte yo", "es imposible ver oportunidades donde sólo hay problemas", "¿qué debo hacer para adaptarme al cambio y seguir haciendo las cosas a mi manera?"... La Metodología Divergente sumerge a los participantes en actividades que no dominan, salen de su zona de confort, se ven obligados a explorar nuevos enfoques y métodos y, finalmente, extraen aprendizajes sólidos que luego trasladan a su quehacer diario.

El valor añadido de esta metodología es el siguiente:

El nivel de aprendizaje es más profundo: al trabajar no sólo con la parte racional, sino también con la emocional, los conceptos calan más hondo y se incorporan antes a nuestro repertorio conductual.

Aumenta la receptividad y disminuye la resistencia: el componente creativo y lúdico de las actividades nos hace más permeables a nuevas ideas. El no controlar plenamente la situación nos empuja a buscar soluciones diferentes para contextos diferentes. El mensaje que interiorizamos es el siguiente: "Hemos llegado hasta aquí haciendo las cosas a nuestro modo, si queremos llegar más lejos tendremos que actuar de otra manera".

Mejora la cohesión entre los participantes: los equipos de trabajo son la fuerza y el motor de las organizaciones. La cohesión es el aglutinante que mantiene a los componentes del equipo unidos con una relación de interdependencia. Dos factores influyen de modo determinante en la cohesión del equipo: la relación y la tarea. Tan importante es la relación entre las personas como los resultados que obtienen trabajando conjuntamente.